sábado, 1 de enero de 2011

El vuelo de cometas en la comarca de Cartagena en tiempos pasados

            

Gines Guzmán Vera con una gran cometa de las que hizo. Foto Rogelio Mouzo

 El vuelo de cometas en la comarca de Cartagena en pasados tiempos

         La afición a volar cometas era práctica habitual de los chicos de la comarca de Cartagena desde tiempo inmemorial. Los vientos que con tanta frecuencia azotan estas tierras favorecen el remonte de estos ingenios voladores  pioneros del aire. Los niños de La Unión no eran ajenos a esta forma de entretenimiento o diversión. Su practica debió de estar muy extendida en esta ciudad, ¡hasta el punto!, que cuando en 1.874 la comisión que el Ayuntamiento designó para rotular o poner nombre a las calles (el rápido crecimiento y la peculiaridad de la formación de la villa había hecho que las calles unionenses carecieran de nombre), bautizaron como calle "Cometa",  un lugar en donde la chiquillería practicaban su remonta de forma habitual.

 

                Con motivo de la exposición de juguetes antiguos propiedad del autor, que   puede ser visitada en el edificio “Espacio Joven” de La Unión, aun pueden verse cinco cometas de formas y tamaños diferentes, que poseo desde hace mas de 20 años.

            En el Barrio de El Garbanzal de la ciudad minera de la Unión, tuve la ocasión de visitar y entrevistar a Gines Guzmán Vera (viejo minero ya fallecido),  el cual desde que se jubilara en la primer mitad de 1970 como maestro de un lavadero de flotación de las minas del Cabezo Rajado, venia llenando sus horas de ocio  dedicándose a construir   infinidad de cometas para ser voladas por los niños del barrio. Sin duda con esta práctica trataría  de remontarse a esos añorados y primeros años de la vida.

El Sr. Guzmán  fabricaba una media de 100 cometas anualmente  y, las  cedía, prácticamente por el importe de los modestos  materiales que empleaba (entre 50 y 200 pesetas según tamaño y modelo). Así mismo el Sr. Guzmán  asesoraba a los chicos sobre la forma y lugar donde debían elevarlas, advirtiéndoles del peligro que entraña la proximidad de los cables del tendido eléctrico, especialmente por la facilidad de que la cola de la cometa se enrede en los mismos.

Aquel anciano de semblante risueño, alegre  con alma de niño,  contaba –“que le encantaba ver volar las cometas”, a la vez que hacia una detallada descripción de los muchos modelos y formas que puede darse en la construcción de  cometas, bien que estas se hagan de forma circular, rectangular u otras, opinando que las que tienen forma de barrilete suelen volar mejor, aunque  él también solía hacerlas en forma de bacalá, barco, farol, estrella, etc., siendo los modelos en forma de estrella los mas complicados y de mayor dificultad para su confección. La cola  para dar estabilidad en el vuelo de la cometa se debe poner en función del tamaño de la misma, siendo lo normal unos cinco metros de larga para una cometa  mediana, mientras que el largo de hilo para sujeción y vuelo puede oscilar entre los 80-100 metros, teniendo en cuenta que si se pone mayor cantidad de hilo, el peso del mismo hace una gran comba que impide que la cometa ascienda a mayor altura.

En la citada entrevista al Sr. Guzmán, aquel hizo alusión al vuelo de cometas como  una afición que mantenía desde su niñez, añadiendo que en su infancia, había épocas del año para jugar a cada cosa: para el remonte de cometas el mejor tiempo era entre febrero-marzo; mientras que en otras épocas se jugaba al caliche, las bolas, los rompes, las trompas, etc. Lamentaba el viejo minero, que los niños de ahora no posean aquellas cualidades que tenían los chicos de su infancia, capaces de construirse  ellos mismos sus propios juguetes: pelotas, bolas, espadas, flechas, cometas, etc., mientras que ahora tienen que esperar a que alguien se las construya o se las compre...

            Entre las muchas cometas  que  me mostró, todas almacenadas y  guardadas en un cuartito en el patio de su domicilio a la espera de que sea época  favorable para su remonta, sobresalía  por su gran tamaño,  una de más de dos metros de altura. Explicaba el Sr. Guzmán, que el día que la puso en vuelo tuvo que valerse de una buena cuerda, también confeccionada por él, y aquella permaneció volando en el cielo muy poco tiempo, debido a la gran dificultad de sujetar el artefacto volador, el cual tiraba con tal fuerza que lo arrastraba
           
El concurso de vuelo de cometas

En el barrio  del Garbanzal,  hubo un  tiempo de gran auge del vuelo de cometas, destacando la celebración durante tres años  del "Concursos de vuelo de cometas caseras", impulsado por  un colegio  escolar del barrio coincidiendo con la celebración de las  Fiestas de la Patrona  Nuestra Señora de Los Dolores en el mes de septiembre.  Cualquiera podía competir con su cometa sin importar tamaño ni modelo, aunque el largo de hilo debía de ser igual para todos (80 metros); seguidamente los competidores se ponían  en un solar a la misma altura y en línea. El premio era otorgado por un jurado a la cometa que  ascendía sobre las demás en su plano vertical. Gines Guzmán con una de sus cometas, a la que profesaba especial cariño, había quedado campeón  en los tres concursos organizados.

            En La Unión a 31 de diciembre de 2010

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